Cada vez más personas con Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) descubren que la atención plena es un componente útil para controlar el TOC. La atención plena puede aplicarse en la vida cotidiana y es especialmente útil cuando se practica la Prevención de Exposición y Respuesta (PRE), el tratamiento de referencia para el TOC. Es valioso aprender las habilidades de atención plena antes de realizar el trabajo de PRE, ya que ayudan a las personas a aceptar la presencia de pensamientos y sentimientos (como la ansiedad o el malestar) que surgen durante las exposiciones sin comprometerse con ellos de forma compulsiva.
¿Qué es el Mindfulness o la atención plena?
El Mindfulness es la práctica de observar sin prejuicios los pensamientos, sentimientos, impulsos y sensaciones que experimentamos como seres humanos. Implica aceptar la presencia de esos estímulos sin oponer resistencia. Aunque no siempre podemos controlar lo que pensamos o sentimos, sí podemos decidir hacia dónde dirigir nuestra atención.
Las personas que padecen el TOC suelen pasar demasiado tiempo atendiendo a pensamientos y sentimientos no deseados que no son importantes ni útiles. A través de la atención plena, aprenden a devolver la mente al momento presente en lugar de seguir los pensamientos por la madriguera del conejo y quedar atrapados en una espiral de compulsiones mentales.
Cuando presento el concepto de mindfulness a los pacientes y les pregunto qué saben de él, a menudo les viene a la mente la imagen de alguien sentado meditando con los ojos cerrados. Aunque la atención plena forma parte de la meditación, ya que meditar implica notar lo que surge mientras se respira y volver a prestar atención a la respiración, no es necesario hacer una meditación formal para practicar la atención plena. Podemos utilizar las habilidades de atención plena en cualquier momento del día, ya sea sentados en el trabajo, caminando hacia el tren, viendo la televisión, etc.
¿Cómo se aplica el mindfulness a las personas con TOC?
Las personas con TOC experimentan obsesiones: pensamientos intrusivos repetitivos y no deseados, imágenes, sentimientos, sensaciones e impulsos que les perturban. Puede tratarse de un pensamiento sexual intrusivo sobre un miembro de la familia, una imagen intrusiva de atropellar a alguien con su vehículo o un pensamiento implacable de que el recién nacido dejará de respirar mientras duerme. No se trata del pensamiento intrusivo pasajero que todos los seres humanos tienen en algún momento, sino de un pensamiento intrusivo implacable que es pegajoso debido a la forma en que está conectado el cerebro del TOC.
Dado que las obsesiones son tan persistentes y provocan ansiedad, una persona con TOC suele recurrir a luchar contra ellas e intentar deshacerse de ellas. Esto puede parecerse a la supresión de pensamientos, en la que la persona intenta no tener ciertos pensamientos, o a una falta de voluntad para coexistir con un sentimiento (por ejemplo, «¡Odio la ansiedad! ¡No quiero sentirme ansioso!»). También puede parecer que la persona realiza compulsiones físicas o mentales para intentar neutralizar las obsesiones, aliviar la ansiedad o evitar que ocurra algo malo. Todos estos intentos pueden resumirse como resistencia.
La persona con TOC cree erróneamente que las obsesiones son el problema, cuando el problema real es cómo la persona está respondiendo a las obsesiones. Las compulsiones y la resistencia a la realidad tal como es (es decir, que el cerebro produce todo tipo de pensamientos y sentimientos) son el problema.
Esta creencia y la resistencia suelen provenir de la falsa noción de que hay pensamientos o sentimientos «buenos» y pensamientos o sentimientos «malos», y que no debemos experimentar los «malos». También surge de la creencia de que deberíamos ser capaces de controlar nuestros pensamientos y sentimientos.
En teoría, la resistencia tiene sentido. ¿Quién no querría deshacerse de los pensamientos intrusivos que atacan los valores de una persona? En otras palabras, ¿quién querría seguir su día con una lista de reproducción mental de pensamientos perturbadores en repetición?
El problema es que, en realidad, la resistencia intensifica los síntomas de la persona y la hace sufrir más. Lo que se resiste persiste. Entonces, ¿qué se supone que debe hacer una persona con TOC con respecto a esas obsesiones?
Se trata de dos de las facetas más importantes de la atención plena: no juzgar y aceptar. A decir verdad, los pensamientos y los sentimientos no son buenos ni malos. No están bien ni mal. Los pensamientos y los sentimientos no tienen valor moral. Sólo son pensamientos y sentimientos: experiencias internas.
Cuando en Psicopartner Alcalá observamos la composición de un pensamiento, vemos palabras. Estas palabras no son acciones y, por tanto, no son inherentemente dañinas. Los pensamientos no son amenazas. Podemos decidir si queremos comprometernos con un pensamiento o no. Esto suele ser una noción revolucionaria para las personas que viven con el TOC, que consideran que sus pensamientos intrusivos no deseados son inmorales y creen que pensar algo es lo mismo que actuar el pensamiento.
Cuando observamos nuestras experiencias internas tal y como son, sin juzgarlas, nos ayuda a practicar la aceptación de estas experiencias sin resistencia. La aceptación es una parte crucial de la recuperación del TOC. Esta palabra suele asustar a las personas con TOC, que asumen que la aceptación significa que estamos de acuerdo con nuestros pensamientos y sentimientos o que los disfrutamos. Eso no es lo que implica la aceptación.
La aceptación es sinónimo de permitir; permitir que los pensamientos, los sentimientos, las sensaciones, los impulsos y las imágenes existan. Esto no significa que los aceptemos como verdades o hechos, o que los disfrutemos. Significa que aceptamos su presencia.
¿Por qué es tan importante la aceptación para las personas con TOC?
La mayoría de las veces no podemos controlar nuestros pensamientos y sentimientos. Aparecen y tenemos dos opciones: aceptarlos o resistirnos a ellos. Resistirse a las obsesiones e intentar controlarlas es, en el mejor de los casos, inútil y, en el peor, perjudicial.
Cuando nos decimos a nosotros mismos que no podemos tener ciertos pensamientos, acabamos recibiendo una gran afluencia de esos mismos pensamientos. Las obsesiones que las personas con TOC intentan suprimir vuelven a aparecer diez veces más cuando se resisten a ellas. La supresión de pensamientos no funciona. Este principio se aplica también a los sentimientos. Cuando luchamos y nos resistimos a un sentimiento, como la ansiedad, ese sentimiento se fortalece y se hace más fuerte.
Piensa en la resistencia de los pensamientos y sentimientos en relación con una marea en el océano. Cuando una persona lucha y se resiste a la marea, se ve arrastrada por la corriente. Cuando una persona se rinde al mar y deja de luchar, es más probable que se libere. Con el TOC, debemos rendirnos a las obsesiones y al malestar. No tenemos otra opción.
Cuando aceptamos la presencia de pensamientos y sentimientos, estamos indicando a nuestro cerebro que no estamos realmente en peligro. Esto es esencial para las personas con TOC que reciben falsas alarmas de un centro del miedo que funciona mal en el cerebro. Al practicar la aceptación, mostramos al cerebro que no son alarmas reales. Podemos empezar a recablear el cerebro.